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Diario YA


 

“La ambición de poder es una mala hierba que solo crece en el solar abandonado de una mente vacía” Ayn Rand.

La vacuna contra las izquierdas: la experiencia de su totalitarismo

Miguel Massanet Bosch.
En ocasiones sentimos la ineludible necesidad de preguntarnos cómo, una nación de tanta raigambre cultural y experiencia política como es España, puede estar soportando que, una serie de advenedizos de las izquierdas internacionales, sean capaces de tener secuestrados a tantos ciudadanos españoles, cuando su apoyo en las urnas ha estado tan dividido, tan falto de unidad, tan disperso en cuanto a sus objetivos políticos y tan alejado de lo que, es evidente, constituiría el camino para engrandecer el país, mejorar su imagen internacional y trabajar para su engrandecimiento económico, cuando hemos tenido todas las oportunidades de poder hacerlo. Lo hemos repetido en numerosas ocasiones, pero lo vamos a decir una vez más: nuestro sistema electoral favorece excesivamente a los partidos minoritarios en perjuicio de las mayorías que son las que, definitivamente, debieran tener acceso al gobierno de la nación, sin estar supeditadas a los caprichos, genialidades, disparates y ocurrencias de aquellas minorías que han conseguido unos resultados, en cuanto a escaños obtenidos, claramente superiores a lo que les hubiera correspondido en un sistema más racional de repartir los votos y que, en virtud de una deficiente ley electoral, se convierten en esenciales para dar las mayoría de gobierno
En estos momentos, los españoles, los verdaderamente españoles, no los que se niegan a ostentar este título que los honraría o aquellos que prefieren acomodarse a cualquier tipo de política para no meterse en líos o, los que aún tienen menos justificación, que están dispuestos a seguir a aquellos que mejor les gratifiquen, más les favorezcan en sus negocios o a los que se les prometan ayudas a costa del erario público, aunque ello signifique que deban adjurar de sus principios ideológicos. En este último renglón podemos incluir a muchos empresarios, grandes multinacionales, enchufados en empresas públicas, funcionarios creados para trabajos inexistentes o asesores, cuyo cometido se limita a formar parte de la legión de asalariados a costa del Estado, pero que no aportan nada a España ni a los españoles. Estamos ante un panorama en el que se pueden observar algunas cuestiones verdaderamente preocupantes. Por ejemplo: la deriva evidente y constatada de que, el actual ejecutivo, está actuando prescindiendo de los debidos debates reglamentarios en el Congreso de Diputados, impidiendo que la ciudadanía pueda conocer los pros y las contras de aquellos decretos-ley que permiten al Gobierno ir aprobando leyes sin que su contenido tenga un refrendo a través de los debates parlamentarios, debido a que la mayoría “apesebrada” de las izquierdas contribuye a que la farsa tenga lugar.
Sin embargo, existe una cuestión que aún resulta más insólita, más irracional y con todos los visos de denotar una situación diríamos, empleando un término vulgar de uso corriente, de pasotismo por parte de una importante masa de españoles, que no son capaces de reaccionar cuando están viendo que, el actual gobierno, está llevando al país hacia un nuevo sistema de gobierno, con evidentes trazos del más deleznable totalitarismo.  Empezamos por las máximas instituciones del Estado, con la monarquía a la cabeza, ya que en los últimos discursos de Felipe VI, evidentemente controlados por el Gobierno, se advierte algo que no esperábamos del actual monarca y que, a muchos, nos da la impresión que se ve la mano socializante de la reina morganática, algo que ya va siendo costumbre habitual en Leticia que fue, sin duda alguna, la que intervino para que se le diera portante a don Juan Carlos, con el que siempre mantuvo una relación tensa. Aún siendo de pensamiento republicano no podemos dejar de reconocer que el comportamiento del hijo del ex monarca, el actual  rey de España, con su padre ha sido poco menos que inadmisible en lo que debieran haber sido las relaciones paterno filiales entre las dos personas normales. Un confinamiento fuera de España, una conducta de absoluto despego versus su padre, una aparente alianza con Pedro Sánchez para que, en lugar de meterse, como le piden los suyos, con el actual monarca, lo haga de una forma más radical con don Juan Carlos I; son demasiadas coincidencias, si las juntamos con las cada vez mayores muestras de estar supeditado absolutamente a los deseos de Sánchez; para que no veamos al monarca en una situación de subordinación que, en nada, nos recuera al enérgico comportamiento del Rey con respecto al separatismo catalán, demostrado en los primeros años en los que el separatismo se manifestó de una manera violenta en Cataluña.
El Ejército, otra de las instituciones a las que la Constitución tenía asignadas, en su Artº. 8º las siguientes funciones: ”Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”, no parece que se haya comportado con la diligencia, el apremio, el cumplimiento estricto de lo ordenado por la Carta Magna, si tenemos en cuenta que, en España, es evidente que se han puesto situaciones que , en modo alguno, pueden considerarse como admisibles, tolerables, nimias ni conformes con la legalidad de un Estado de derecho, sin que este instituto armado haya dado la menor muestra de inquietud, haya formulado las reflexiones pertinentes ante el actual Gobierno y, lo que es aún peor, haya permitido que se convierta al ejército en una especie de ONG, con la aparente intención de desviar a la milicia de sus deberes fundamentales en defensa de la unidad de la nación española. Y así seguimos.
En realidad, se está consiguiendo que España, de una nación que contaba en Europa con la consideración de ser un país ejemplar, en cuanto a la forma espectacular con la que se había llevado la transición a la democracia. Un ejemplo de la recuperación económica en tiempos del presidente Rajoy, que la recogió en plena ruina de las manos de Rodríguez Zapatero y la elevó hasta convertirla en una de las mejores economías de Europa, con grandes perspectivas de futuro, con las empresas turísticas de las mejor preparadas para recibir los millones anuales de turistas que venían hacia España y con grandes empresas pioneras en automoción que exportaban, a todo el resto de países, sus series de automóviles de fabricación nacional. Convertida, en virtud del sistema progresista de gobernación y de la influencia nefasta de los comunistas de Podemos, en los que se apoya el gobierno socialista, en un país que ha dejado de contar como nación influyente en los círculos internacionales, mirado con recelo desde los EE.UU de América y convertido en el blanco de los tribunales europeos que, sin ningún miramiento por nuestra soberanía,  se dedican a discutir nuestras sentencia del TS y del TC, como si ellos estuvieran en condiciones de pretender exportar sus sistemas legislativos, algunos de los cuales merecerían, sin duda alguna, severas recomendaciones en cuanto a la forma de cumplir con sus obligaciones internacionales.
Mientras que rotativos panfletistas, como La Vanguardia de Barcelona, se dedican con ahínco, a través de una plantilla de periodistas entrenados en defender el soberanismo catalán y en publicar artículos infumables en contra del señor Trump, resaltando a un señor Biden que, evidentemente, está intentando disimular sus fracasos como gobernante, cargando las tintas  de sus críticas contra el señor Trump; mientras en su obcecación anti americanista intentan dar lecciones de democracia a una nación que sigue siendo la democracia mejor de todo el mundo de la que, por cierto, el Gobierno catalán, tan poco tolerante con los que no piensen lo mismo respecto a sus ambiciones de independencia, tan desleal a las leyes de su nación y tan poco respetuoso con las sentencias de los tribunales, debiera de tomar ejemplo y dejarse de intentar demostrar una superioridad, de la que carecen en absoluto, con respecto a lo que sucede en una nación, como la americana, que puede darnos ejemplos en todas la cuestiones con las que nos queramos comparar.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, quisiéramos resaltar que resulta decepcionante y verdaderamente preocupante, el hecho de que una parte importante de nuestros conciudadanos padezcan de este síndrome conformista, de esta poca involucración en los temas que pueden ser vitales para el país y, a la vez, dejar que una parte importante de lo que se ha venido consiguiendo, gracias a los gobiernos de derechas, ahora, sin que existan verdaderas razones para hacerlo y, seguramente, por el simple hecho de que fueron leyes dictadas por partidos que no pertenecen a las izquierdas, se vayan derogando para satisfacer especialmente a aquellas izquierdas radicales que intentan convertir a la nación española en una de las que queden bajo el dominio totalitario del comunismo más rancio que, como advertimos en el título de este comentario, lo único aprovechable de lo que va a ser su paso por el gobierno, puede ser el hecho de que sea la última vez que ocupe la poltrona presidencial.